Hijo de Andrés Chadwick fue sorprendido circulando con papeles del auto vencidos, sin licencia vigente y, como guinda de la torta, con un historial de 330 multas en 16 años

Cualquiera pensaría que semejante récord lo haría acreedor de un reality show automovilístico o, al menos, de una detención. Pero no. En Chile, la justicia tiene una curiosa elasticidad: cuando el conductor se apellida Chadwick, la elasticidad se convierte en yoga avanzado.

En el Chile del mérito, donde las leyes supuestamente “son iguales para todos”, un ciudadano de apellido ilustre vuelve a recordarnos que no todos caminan por la misma vereda. Andrés Chadwick Costa —sí, el hijo del exministro del Interior y primo del expresidente Piñera— fue sorprendido circulando en Las Condes con los papeles del auto vencidos, sin licencia vigente y, como guinda de la torta, con un historial de 330 multas en 16 años.

Cualquiera pensaría que semejante récord lo haría acreedor de un reality show automovilístico o, al menos, de una detención. Pero no. En Chile, la justicia tiene una curiosa elasticidad: cuando el conductor se apellida Chadwick, la elasticidad se convierte en yoga avanzado.

El vehículo, con documentación vencida y una deuda de infracciones digna de una flota de taxis piratas, fue finalmente retirado. Sin embargo, el episodio se trató con la suavidad de quien pisa huevos. Ninguna patrulla, ningún parte escandaloso, ningún “a la comisaría”. Todo muy correcto, muy civilizado… muy VIP.

Porque claro, en este país tan generoso, ser de la elite abre puertas y evita otras: las del calabozo, por ejemplo. Si el protagonista de esta historia hubiese sido un chileno común, uno de esos que apenas logra pagar el permiso de circulación, el desenlace habría sido muy distinto. Auto incautado, licencia suspendida, y una foto en los noticiarios con el clásico titular de “conductor irresponsable sorprendido en operativo policial”.

Pero no. En Chile, los apellidos también circulan, aunque los papeles estén vencidos.

Mientras tanto, Chadwick Costa sigue vinculado a la Municipalidad de Providencia, bajo la gestión del alcalde Bellolio. La ironía es inevitable: el hijo del exministro del Interior —el mismo que tantas veces habló de “orden y seguridad”— hoy encarna lo contrario.
Y recuerde. Nuevamente, este ciudadano «de bien» y perteneciente a la elite, se irá para su casa o departamento ubicado en un barrio bonito de Santiago, libre de plovo y paja. De hecho, él lo sabe, por eso hacen lo que hacen. Y lo más triste es que todos lo sabemos y Chile sigue igual, por los siglos de los siglos. Chile, siempre tan comprensivo con los suyos… con los de ellos.

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