
Mientras estos ejecutivos acumulan ingresos anuales que superan los 700 y 560 millones de pesos respectivamente, el salario mínimo en Chile es de 410 mil pesos mensuales (a octubre de 2023), y según la Encuesta Nacional de Empleo, cerca del 40 por ciento de los trabajadores chilenos ganan menos de 500 mil pesos al mes.
En Chile, un país donde la desigualdad económica es una herida abierta, recientes datos han vuelto a encender el debate sobre las abismales diferencias en los ingresos. Según información oficial de Codelco, verificada por Fast Check Chile, el gerente general de la División El Teniente, Andrés Music, percibe una remuneración bruta mensual de aproximadamente 60,2 millones de pesos, mientras que Mary Carmen Llanos, vicepresidenta de Gestión de Personas, recibe cerca de 47,4 millones de pesos al mes. Estas cifras, correspondientes al período julio 2024-junio 2025, reflejan los ingresos de altos ejecutivos en una empresa del Estado, pero también exponen una realidad que indigna a muchos: la brecha abismal entre los sueldos de élite y la lucha diaria de miles de chilenos para llegar a fin de mes.
Mientras estos ejecutivos acumulan ingresos anuales que superan los 700 y 560 millones de pesos respectivamente, el salario mínimo en Chile es de 410 mil pesos mensuales (a octubre de 2023), y según la Encuesta Nacional de Empleo, cerca del 40 por ciento de los trabajadores chilenos ganan menos de 500 mil pesos al mes.
Para muchas familias, este ingreso apenas cubre necesidades básicas como alimentación, vivienda y transporte, dejando poco o nada para imprevistos o ahorros.
La Fundación Sol, en su estudio «Los verdaderos sueldos de Chile» (2022), señala que el 70 por ciento de los trabajadores no supera los 650 mil pesos líquidos, lo que ilustra la precariedad de la mayoría frente a los sueldos exorbitantes de una minoría.
Esta disparidad no solo evidencia la concentración de la riqueza, sino también un sistema que perpetúa la desigualdad. Mientras algunos ejecutivos de empresas como Codelco -una entidad pública que debería representar el interés colectivo- ganan en un mes lo que a un trabajador promedio le tomaría décadas, la pregunta persiste: ¿es justificable esta brecha en un país donde miles no logran cubrir sus necesidades básicas? La discusión no es solo sobre números, sino sobre justicia social y el rol de las instituciones públicas en reducir, en lugar de ampliar, las desigualdades que marcan a Chile como uno de los países más desiguales de la OCDE.
Es hora de reflexionar sobre un modelo económico que permita una distribución más equitativa de los recursos, donde el éxito de una empresa estatal como Codelco se traduzca en beneficios reales para toda la sociedad, y no solo para unos pocos. La indignación no basta; urge un debate profundo sobre cómo construir un Chile más justo para todos. Pero como sabemos, las leyes las cambia la elite, la misma que es beneficiada con estas injusticias.