Larga espera en supermercados

Soy un cliente frecuente de supermercados, pero honestamente estoy pensando si continuar con esa dinámica o simplemente optar por hacer las compras en una feria libre o lisa y llanamente en el negocio de la esquina.

Mi molestia surge ya que estoy realmente cansado de la cantidad de tiempo que dedica una cajera de supermercado para atender un solo cliente. Pero hay un supermercado que lleva la delantera en este verdadero castigo a sus clientes. Es el Santa Isabel de calle Carrera con Montt en Temuco.

Al detenerme y observar con atención a las cajeras de este recinto, claro está cuando soy parte de esa larga fila, me doy cuenta que al cliente –de partida- lo invaden con preguntas, tales como: ¿acumula puntos?, ¿es cliente frecuente?, ¿dona parte de su vuelto?

Y luego de lo anterior viene el show propio de la cajera, quien insisto, es en ese supermercado en particular, todo esto acompañado de la famosa lucecita intermitente que parpadea sobre esta caja y comienza a solicitarle a sus colegas vecinas si tienen cambio de 10 mil pesos; llama a la supervisora porque no registró de buena manera un producto, le entrega misteriosas monedas al joven empacador, vuelve a hacer las preguntas tediosas a los clientes, y un largo etc.

Lo más terrible es que uno muchas veces va sólo a comprar un kilo de pan o un jugo y termina agotado por la ineficiencia de un sistema que se cree invencible e intocable, pero que de verdad no es tan así, ya que conozco a muchos que ya no soportan esos castigos y prefieren hacer sus compras en otros lugares con menos luces y guardias de seguridad y muchas veces recibiendo mejores productos y con una sonrisa en la boca.

Ana María Mendoza