¿Quiénes han recibido el Nobel de la Paz? Acá un breve repaso que sorprende

En un mundo donde la paz parece ser un concepto tan maleable como la arcilla, el Premio Nobel de la Paz continúa coronando a sus más ilustres “defensores”.

Este año, el prestigioso galardón sigue su tradición de premiar a figuras que, con un guiño sarcástico al universo, han dejado su huella en la historia, no precisamente por apaciguar conflictos, sino por encenderlos con estilo.

Recordemos a algunos de los laureados más destacados, auténticos titanes de la «paz» a su manera.

Empecemos con Theodore Roosevelt, quien fuera presidente de Estados Unidos desde 1901 hasta 1909, el vaquero del «gran garrote», quien entendió que la paz se logra agarrando un palo bien grande e interviniendo países de América Latina y el Caribe como si fueran su patio trasero. ¡Un visionario de la diplomacia muscular!

Luego tenemos a Henry Kissinger, secretario de Estado de los Estados Unidos de 1973 a 1977 y el séptimo asesor de seguridad nacional de 1969 a 1975, durante las presidencias de Richard Nixon y Gerald Ford. Maestro indiscutido del ajedrez geopolítico, donde las piezas eran países enteros y los peones, millones de vidas.

Su currículum incluye el golpe contra Salvador Allende en Chile y los bombardeos en Camboya que dejaron un saldo de un millón de asesinados. Pero no se preocupen, el Nobel reconoció su «contribución a la paz» con una palmadita en la espalda y un diploma.

No podemos olvidar a Menájem Beguín, primer ministro de Israel en 1977, que invadió al Líbano en 1982 para instalar a un aliado en el poder. Esa acción aún se recuerda como una de las operaciones más sangrientas de la región. Un auténtico faro de concordia.

Y qué decir de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos desde el 20 de enero de 2009 hasta el 20 de enero de 2017, el hombre que recibió el Nobel casi como un regalo de bienvenida a la Casa Blanca.

Su legado incluye un aumento de 10 mil millones de dólares en el presupuesto de armas nucleares, ya que nada representa más la «paz» como una nueva carrera armamentística. Además, su programa de drones que cargaban misiles en países como Pakistán sin estar en guerra, fue un verdadero canto a la humanidad.

Por último, pero no menos irónica, está la venezolana María Corina Machado, quien dedicó su reciente Nobel a Donald Trump, porque nada grita «paz» como alinearse con un líder conocido por su sutileza diplomática. Fiel aliada de Netanyahu, Machado pidió en 2018 que Israel usara la fuerza contra su propio país, Venezuela, mientras firmaba acuerdos de cooperación con el partido del premier, incluso cuando la Corte Penal Internacional acusaba a Netanyahu de crímenes de lesa humanidad. Machado además prometió mudar la embajada venezolana a Jerusalén, violando el Derecho Internacional, es solo la cereza de este pastel de contradicciones.

Así, el Nobel de la Paz nos recuerda que vivimos en un mundo donde la fuerza escribe la historia, y la ironía, los titulares. Porque, al final, ¿qué es la paz sino una palabra que suena bonito en los discursos? ¡Larga vida a los pacificadores… o algo por el estilo!

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